miércoles, 15 de agosto de 2018

HOMBRE DE PIEDRA

Por Miglio Beloglio Beloglio

He cerrado mis ojos para verte desde las cuencas hondas de mi piedra. Allí, donde se duermen las grietas secas de la ausencia. 
Soy un ave de piedra que no puedo alzarme en vuelo. Buscando estoy las alas de tus manos en el inmenso azur desvanecido de tu regazo.
Aquí estoy, con mis ansias de rodillas buscando a tientas donde apoyar mi cabeza.
A quién le importa si este dolor me parte el alma, si nunca nadie vio clavarse el hacha en mi piedra. 
A quién le importa cómo es que lleno tu ausencia, acaso saben lo que es sentir tener la piedra vacía.
A quién le importa si soy el trompo que gira y gira en este círculo pétreo, si de girar se está horadando mi centro. 
A quién le importa si sigo halando de este molino, si cada vez que lo hago también me muelo contigo.
Tiene sentido seguir mirando hondo el vacío, si en cada mirada que doy se van secando mis ríos. 
Tiene sentido vivir rodando entre tantas piedras, ser muchedumbre y estruendo sólo esperando el momento. 
Tiene sentido lo sé, sólo si vuelvo a verte, como la última vez que tu probaste mi ley, fuiste mi piedra de toque. 
Tiene sentido buscar la piedra filosofal, que arranque de mí este mal y sea el pedernal que encienda está mi hoguera. Que acabe con esta sombra, que llene hondo el vacío y haga ceniza el dolor.
Yo soy la piedra votiva que lloro por el dolor de estar vivo. 
Yo soy un canto rodado que de rodar he recorrido los cauces que han desvastado mi vida. 
Yo soy el Intihuatana, el prisionero del tiempo. 
Encadenado estoy a ti, como la piedra a su sombra; estoy llamando a tu puerta de fuego, piedra angular. Si tú me dices quién soy...
Yo soy la piedra que nadie lanza.

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